Construyendo
conciencia: papel de la escuela-familia-comunidad frente al cambio climático en
la educación primaria
Building awareness :
the role the school-family-community in the face of climate
change in primary education
Recibido: 05/02/2025 | Aceptado: 21/07/2025 | Publicado: 29/08/2025
Olga Lidia Zamora Hernández 1*
Yortis Yunia Ruiz Jerez 2
Silverio
Licea Mantecón 3
1* Dirección General
de Educación Marianao, La Habana, Cuba. olidiazamora8@gmail.com ID
ORCID: https://orcid.org/0009-0000-9342-9225
2 Universidad
de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey, Cuba. yortis.ruiz@reduc.edu.cu ID
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2406-0660
3 Universidad
de Las Tunas, Cuba. silverioml@.@ult.edu.cu ID
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1044-4652
Resumen:
El proceso de
educación ambiental requiere de la acción armónica y coherente de la escuela,
la que debe preparar a los docentes, en la búsqueda de soluciones para
contribuir al tratamiento a las consecuencias del cambio climático, proporcionándoles
conocimientos, habilidades, actitudes, habilidades y valores
necesarios para una adecuada interpretación del mundo con una acción
social correspondiente a sus necesidades. El objetivo de este artículo es analizar
cómo la relación entre escuela, familia y comunidad puede contribuir a la
construcción de conciencia ambiental frente al cambio climático en la educación
primaria, mediante el estudio de experiencias educativas contextualizadas que
fomenten la participación activa de los actores sociales. Se emplearon métodos del nivel teórico, como la
sistematización teórica, para elaborar los fundamentos del tratamiento al
cambio climático como parte de la educación ambiental en la Educación Primaria,
desde la relación escuela-familia-comunidad. Como resultado, se destaca la
educación ambiental para el desarrollo sostenible como herramienta eficaz para
la enseñanza del cambio climático por su quehacer cotidiano en función de la
solución de los problemas ambientales. Se concluye la necesidad de incorporar y
fortalecer en la sociedad una formación necesaria de la comprensión del cambio
climático.
Palabras clave: cambio climático, escuela-familia-comunidad,
educación primaria.
Abstract:
The process
of environmental education requires the harmonious and coherent action of the
school, which must prepare teachers in the search for solutions to address the
consequences of climate change, providing them with the necessary knowledge,
skills, attitudes, and values for an adequate interpretation of the world with
social action corresponding to their needs. The aim of this article is to
analyze how the relationship between school, family, and community can
contribute to building environmental awareness in the face of climate change in
primary education, through the study of contextualized educational experiences
that promote the active participation of social actors. Theoretical methods
were employed, such as theoretical systematization, to develop the foundations
for addressing climate change as part of environmental education in Primary
Education, from the school-family-community relationship. As a result,
environmental education for sustainable development is highlighted as an
effective tool for teaching climate change due to its daily activities aimed at
solving environmental problems. It is concluded that there is a need to incorporate
and strengthen in society the necessary training for understanding climate
change.
Keywords: climate change, school-family-community, primary
education.
Introducción
El cambio climático
constituye uno de los mayores retos globales del siglo XXI. Cuba ha asumido
compromisos significativos en esta materia, reflejados en políticas públicas
como la Tarea Vida (CITMA, 2017) y la Ley No. 150 (Asamblea Nacional, 2023).
Sin embargo, la efectividad de estas estrategias depende en gran medida de la
capacidad del sistema educativo para generar conciencia ambiental desde las
edades tempranas.
La educación primaria,
al ser el primer espacio institucional de aprendizaje sistemático, posee un
potencial transformador fundamental. En este contexto, la tríada escuela-familia-comunidad
emerge como un entramado necesario para consolidar prácticas educativas
orientadas al desarrollo sostenible ( Zamora &
Ruiz, 2024).
El cambio climático
sigue intensificándose en 2025, con efectos cada vez más alarmantes. Un
reciente estudio reveló que la ola de calor en el Ártico elevó las temperaturas
hasta 3°C por encima de lo habitual, acelerando el derretimiento
del hielo y afectando a comunidades indígenas como los inuit. Además, la Organización
Meteorológica Mundial advirtió que el cambio climático ha añadido 41 días de
calor extremo este año, perjudicando la salud humana y los ecosistemas. Para contrarrestar estos
efectos, es esencial implementar estrategias fomenten políticas sostenibles.
La Ley 150 Sistema de los
recursos naturales y el medio ambiente (2023), en sus objetivos específicos
plantea en su artículo
2, promover un desarrollo
resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero, mediante la
planificación de la adaptación y de la mitigación al cambio climático, en el
corto, mediano y largo plazo.
Otro referente
importante, es el Decreto 86/2023 Del enfrentamiento al cambio climático. En el
Capítulo
II que trata sobre el marco institucional para abordar
esta problemática, específicamente en la sección dos,
en el artículo
6, se menciona la obligación del Ministerio de
Educación de adoptar iniciativas para crear e
implementar programas educativos en varios niveles y tipos
de enseñanza. También se refiere al diseño curricular
y la capacitación de
profesionales, con el objetivo de reforzar la
perspectiva sobre el cambio climático. Asimismo, pone énfasis en las acciones necesarias para elevar
la percepción del riesgo y mejorar el conocimiento
y la participación
en la lucha contra el cambio climático.
En correspondencia con
lo anterior, el Ministerio de Educación de Cuba le concede a la escuela un
papel significativo en la formación de los educandos capaces de regular sus
acciones en torno al cambio climático para que puedan influir positivamente en
tal sentido en el resto de la sociedad. Este empeño se evidencia, en las
principales modificaciones establecidas en el Plan de Estudio que, como
documento rector, recoge los elementos esenciales que rigen la actividad
educativa y que caracterizan el actual Perfeccionamiento del Sistema Nacional
de Educación.
Entre las principales
modificaciones de este Plan de Estudio del perfeccionamiento (Sánchez et al.
2023) destaca, la formulación de los objetivos, contenidos de los planes y
programas de estudio a partir de nueve componentes del contenido de la
educación cubana para lograr la formación integral del educando, los que
incluyen la educación ambiental para el desarrollo sostenible.
Abordar el cambio climático
desde la educación primaria resulta crucial, ya que permite formar desde edades
tempranas una conciencia ambiental que trascienda los muros escolares y se
proyecte hacia la familia y la comunidad. Esta articulación entre escuela,
familia y comunidad fortalece una cultura compartida de responsabilidad
ambiental, generando espacios de diálogo intergeneracional y acción
colaborativa frente a los desafíos climáticos. La UNESCO (2024) subraya que una
educación sobre el cambio climático no solo dota a los estudiantes de
conocimientos científicos, sino que también promueve actitudes y valores
esenciales para convertirse en agentes de cambio. Incorporar estos contenidos
en los proyectos escolares con la participación activa de las familias y
actores comunitarios contribuye a fomentar prácticas sostenibles y resilientes
en contextos locales. En este sentido, la educación climática desde una
perspectiva comunitaria no solo informa, sino que transforma.
De acuerdo a lo antes
expuesto, se hace necesario que la escuela primaria perfeccione el proceso de
educación orientado al tratamiento del cambio climático. Esta visión requiere, además,
de preparar a los docentes en la conciencia y comprensión sobre el cambio
climático como una forma de modificar los comportamientos y actitudes, donde no
solo está involucrada la escuela, debe estar la familia y la comunidad.
Este artículo tiene como
objetivo analizar
cómo la relación entre escuela, familia y comunidad puede contribuir a la
construcción de conciencia ambiental frente al cambio climático en la educación
primaria, mediante el estudio de experiencias educativas contextualizadas que
fomenten la participación activa de los actores sociales.
Materiales y métodos
La construcción de la
fundamentación se desarrolló mediante una sistematización teórica para Feria
(2019), que como método asume, la articulación de un conjunto de métodos que
operan como procedimientos complementarios. Entre ellos se destacan el análisis
y la síntesis, la inducción y la deducción, el enfoque histórico-lógico, y el
método hipotético-deductivo. Esta base teórica se fortaleció al recoger y
analizar experiencias prácticas, las cuales se organizaron para validar de
manera empírica las ideas teóricas con criterios cualitativos de importancia,
actualidad y relevancia académica para el tema de estudio: la articulación
escuela-familia-comunidad en el proceso de educación ambiental en la educación
primaria. Se priorizaron textos con publicación entre 2020 y 2025 para asegurar
la vigencia teórica, junto con clásicos relevantes por su influencia en el
campo de la pedagogía y educación ambiental. Se incluyeron artículos
arbitrados, tesis doctorales, informes institucionales (como UNESCO) y libros
académicos reconocidos. La búsqueda se realizó en bases de datos académicas de
acceso abierto. Se realizó una lectura analítica y categorización de las
fuentes mediante codificación teórica deductiva, utilizando como ejes los
constructos conceptuales previamente establecidos. La selección final de textos
se organizó en una matriz de análisis que permitió establecer relaciones entre
autores, enfoques y hallazgos clave.
Resultados y discusiones
Existe una amplia coincidencia en que la educación ambiental en el nivel
primario debe estar orientada al desarrollo sostenible y a la transformación
social (Cruz et al., 2021). Desde el plano normativo, esta visión ha sido
respaldada por políticas como el Plan de Estado
Tarea Vida
(Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente [CITMA], 2017), que resalta
la educación como una dimensión transversal del enfrentamiento al cambio
climático.
La educación juega un papel crucial en la
formación de una generación consciente y comprometida con el medio ambiente. En
un mundo donde los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, la
relación entre la escuela, la familia y la comunidad se vuelve esencial para
construir una conciencia sólida y duradera en los educandos.
Además, documentos recientes como la Tercera Comunicación Nacional
(CITMA, 2020) y la Ley No. 150 del Sistema de Recursos Naturales y Medio
Ambiente (Asamblea Nacional del Poder Popular, 2023) consolidan el respaldo
legal e institucional de estas prácticas, mostrando un alineamiento favorable
entre marco político y propósito educativo.
La educación ambiental orientada al
desarrollo sostenible constituye un proceso formativo integral que trasciende
la mera transmisión de conocimientos, al fomentar la acción transformadora
hacia una ciudadanía crítica, responsable y comprometida con la protección del
entorno natural. Este enfoque educativo no solo promueve el bienestar de las
generaciones actuales, sino que también garantiza las condiciones de vida para
las futuras, en coherencia con los principios de equidad intergeneracional.
Tal como señala la UNESCO (2020), la
EDS dota a las personas de competencias, valores y actitudes necesarias para
tomar decisiones informadas y actuar con responsabilidad en favor del planeta y
de la sociedad. En este sentido, se reconoce su papel esencial en la formación
de la personalidad, al articular de manera dialéctica las categorías
instrucción–educación, enseñanza–aprendizaje y formación–desarrollo, generando
así procesos educativos más significativos, contextualizados y orientados a la
transformación social.
También se considera, la unidad entre la instrucción,
la educación y el desarrollo desde el proceso pedagógico, lo que conlleva, no
solamente desarrollar conocimientos sobre los principales conceptos y problemas
del cambio climático que afectan a escala global, regional y local, sino que posibilta desarrollar las competencias para la vida a
partir de mostrar destrezas, conocimientos y actitudes necesarios para
enfrentar el cambio climático lo que, permite reformular las principales
aspiraciones en materia de aprendizaje y a hacerlas más relevantes.
El desarrollo de un individuo es un
proceso complejo que sigue regularidades internas propias de su evolución
biológica, psicológica y social. Este desarrollo se manifiesta en cambios
progresivos en sus habilidades, conocimientos y formas de interacción con el
entorno. Sin embargo, aunque sigue patrones internos propios de su crecimiento,
no ocurre de manera aislada, sino dentro de un contexto social y educativo que
influye en la forma en que esas regularidades se expresan. La educación, la
cultura y las experiencias compartidas moldean el desarrollo, permitiendo o
limitando el alcance de las potencialidades individuales.
La formación, por su parte, está más
estrechamente vinculada a los procesos educativos, ya que se basa en la
transmisión y construcción del conocimiento dentro de un sistema estructurado
de enseñanza-aprendizaje. A diferencia del desarrollo, que es más amplio y
puede abarcar aspectos biológicos y emocionales, la formación responde a
mecanismos pedagógicos que buscan estructurar el aprendizaje de manera
intencionada. Es decir, la formación es el camino mediante el cual una persona
adquiere competencias específicas en función de los objetivos educativos y las
exigencias del contexto sociocultural en el que se encuentra.
Ambos procesos, desarrollo y formación, deben ser comprendidos desde la
perspectiva de que el ser humano es un ente bio-psico-social. Esto significa que su evolución no se limita a lo biológico ni a lo
meramente psicológico, sino que está profundamente influenciada por el entorno
social en el que se desenvuelve. La interacción con otros, los valores
culturales y los sistemas educativos determinan en gran medida las
oportunidades de desarrollo y los enfoques de formación que se implementan. La
educación, entonces, no solo transmite conocimientos técnicos, sino que también
moldea la identidad, la ética y la capacidad de adaptación de los individuos en
su contexto social.
El artículo se
enmarca en una sistematización teórica centrada en el análisis crítico de
enfoques conceptuales sobre la relación escuela-familia-comunidad frente al
cambio climático, su solidez argumentativa se fortalece mediante la
incorporación de una sistematización de experiencias que permite contrastar,
ilustrar y validar empíricamente los postulados teóricos expuestos. Se retoma el estudio de caso realizado
por González Hernández y Martínez Barradas (2024) demuestran que la
intervención docente en educación ambiental debe ser transversal y
contextualizada, integrando a las familias en proyectos como huertos escolares,
reciclaje y actividades comunitarias. Esta experiencia en Veracruz, México,
evidencia cómo la participación activa de madres, padres y líderes comunitarios
fortalece la apropiación de contenidos ambientales y genera cambios
actitudinales sostenibles en el estudiantado.
Las influencias socioeducativas juegan
un papel importante al actuar
como un catalizador del desarrollo y la formación. Las oportunidades de aprendizaje, el
acceso al conocimiento, la calidad de la educación y las relaciones
interpersonales pueden potenciar o limitar la expresión de las capacidades
individuales. Un entorno educativo enriquecedor impulsa el desarrollo personal
y profesional, mientras que contextos con limitaciones educativas pueden frenar
el crecimiento y la autonomía de los individuos.
El cambio climático debe entenderse, ante
todo, como un fenómeno social, ya que tiene su origen principalmente en las
acciones humanas. Son las propias sociedades y sus individuos quienes
experimentan, de forma directa o indirecta, sus efectos sobre el entorno
natural. Además, su solución no puede dejarse solo en manos de la dinámica
ambiental, sino que requiere el compromiso consciente y activo de la población.
Por ello, resulta fundamental que la escuela, desde los primeros años de
escolaridad, adopte estrategias que favorezcan la comprensión y el compromiso
hacia la educación climática.
Desde el plano conceptual, la UNESCO
(2023) sostiene que la educación para el cambio climático debe ser
interdisciplinaria, emocionalmente significativa y orientada a la acción. Esto
se traduce en prácticas como las desarrolladas en Andalucía, España, donde el
programa KiotoEduca articula actividades de
sensibilización ambiental con el currículo escolar, promoviendo alianzas entre
docentes, familias y actores locales para reducir la huella ecológica de los centros
educativos
Por tanto, aunque el desarrollo responde a regularidades internas, no se
puede desligar de la influencia socioeducativa. Aunque la formación esté
directamente vinculada al proceso educativo, también debe ser vista como parte
de un ecosistema más amplio donde intervienen múltiples factores sociales,
psicológicos y biológicos. La clave está en comprender la interacción entre
estos procesos para diseñar estrategias educativas que permitan un crecimiento
integral, respetando tanto las dinámicas internas del desarrollo humano como
las influencias externas que pueden enriquecerlo.
Asimismo, el estudio de caso
presentado por Escuela en la Nube (2025) muestra cómo proyectos como la
creación de refugios para fauna, la observación de especies locales y la
implementación de sistemas de reciclaje en el aula, cuando se diseñan con
participación familiar y comunitaria, potencian la conciencia ecológica desde
edades tempranas.
Un elemento a tener en consideración, para
que se logre una buena educación ambiental desde el nivel educativo de
primaria, es garantizar la preparación del docente para la reorientación de la
educación ambiental orientada al tratamiento del cambio climático a partir de
las vías y modalidades establecidas para el trabajo metodológico.
Es fundamental que el docente este bien
preparado para abordar
al cambio climático, ya que su enseñanza puede influir
significativamente en la percepción y las acciones de los educandos c on respecto al cambio climático.
Para Muñoz (2021) la preparación del docente
es imprescindible para el buen desarrollo del proceso pedagógico, esto
demuestra la alta responsabilidad del docente de acercar a los educandos a la
realidad ambiental al considerarse, sus conocimientos previos, lo que en gran
medida va a permitir la comprensión de los fenómenos naturales, como el cambio
climático, Zamora y Ruiz (2024)
va a permitir la reorientación de la educación ambiental al
enfrentamiento al cambio climático a partir de las vías y modalidades que
establece el proyecto educativo institucional.
Asimismo, Zamora (2023) sostiene que el proceso de
educación ambiental para el desarrollo sostenible demanda por parte de los
docentes la creación de espacios de participación activa y consciente de los
educandos, mediante métodos, procedimientos y vías que le permitan la reflexión
sobre los problemas ambientales del entorno escolar, que conlleve el
autocontrol y la autovaloración elementos necesarios para lograr la formación
de valores.
Por otra parte, la posición protagónica del educando
no puede ser concebida como un hecho mecánico que recoja de forma espontánea en
lo que desea participar, sino que necesita de procesos que construyan y
desarrollen, en el que medien los educandos, la familia y el maestro como
principal orientador propiciando la interacción en la comunidad.
Por consiguiente, Zamora
y Ruiz
(2024) consideran que para que el
proceso
de educación ambiental para el desarrollo sostenible, en este nivel
educativo, logre incidir en la educación en valores, tiene que hacer una selección
adecuada de aquellos valores que cada uno considera, logra y desea trasmitirlo
en su grupo; la familia o la comunidad, favoreciendo la puesta en práctica de
manera constante de estos valores adquiridos, en las diferentes actividades extradocentes, docentes, curriculares y extracurriculares,
así como en su actuar personal y por tanto que sean capaces de la valoración y
autovaloración de su desarrollo en diferentes momentos y contextos de
actuación.
La escuela debe tener presente para la planificación
de actividades, el sistema de influencias coherente que se dan con la
participación de la familia, organizaciones de la comunidad, crear las
condiciones adecuadas para el desarrollo de las cualidades morales esenciales a
partir de las particularidades de las edades, sus necesidades y motivos, donde
se establezca una relación donde todos estén de acuerdo para su accionar
dirigido a alcanzar los objetivos de la educación ambiental para el desarrollo
sostenible.
Asimismo, se le debe dar la oportunidad a los
educandos para involucrarse en la organización de todas las actividades que se
efectúen en la escuela a través del proceso educativo; esto contribuirá al
crecimiento completo de la personalidad de los estudiantes, brindándoles la
oportunidad de participar con más libertad y facilitando una comunicación
efectiva, que incluya a las familias de los estudiantes y a la comunidad donde
viven.
El proceso de educación ambiental demanda por parte
de los docentes del desarrollo de espacios de participación activa y consciente
de los educandos, mediante métodos, procedimientos y en fin vías que permitan a
los educandos la reflexión profunda sobre los problemas ambientales del entorno
escolar (Santos, et al., 2020), que favorezca el autocontrol y la autovaloración
con su consiguiente formación de valores.
No obstante,
este consenso teórico contrasta con ciertas limitaciones prácticas observadas
en la literatura: la participación suele restringirse a niveles espontáneos,
sin lograr transformaciones estructurales sostenidas en la dinámica del
currículo institucional (Muñoz, 2021; Zamora & Ruiz, 2024).
En consonancia con lo anterior, la Tercera
Comunicación Nacional de la República de Cuba (2020), reafirma la alta
prioridad, sensibilidad y compromiso del Estado cubano frente al cambio
climático, donde se manifiesta la voluntad política para abordarlo, y esta se
encuentra resguardada bajo cualquier circunstancia. El cambio climático
representa una verdad innegable que, en el presente y en el futuro, se erige
como una de las amenazas más significativas para la supervivencia de la vida en
el planeta Tierra (Pérez, 2020). Este fenómeno afecta a toda la población; no
obstante, existe un amplio número de personas que ignora sus causas,
repercusiones y modos de mitigación. Además, cada día se hacen más patentes sus
efectos, evidenciados por el aumento de la temperatura media global, las
modificaciones en los patrones de precipitación y la creciente frecuencia de
eventos meteorológicos extremos que causan pérdidas, tanto humanas como
económicas.
Por lo que, la escuela se convierte en el lugar idóneo
de reflexión sobre esta problemática, para ello debe promover la formación de
sujetos comprometidos con el entorno con una sólida formación ética desde la
perspectiva de desarrollo sostenible y lograr la implicación de la
escuela-familia-comunidad al enfrentamiento al cambio climático.
Por lo tanto, la Educación Ambiental para el Desarrollo
Sostenible (EADS), para dar tratamiento al cambio climático es una forma de educar que
busca fomentar la compresión científica de sus orígenes,
manifestaciones y consecuencias, promover una ciudadanía responsable y comprometida con el cuidado del
planeta y el bienestar de las generaciones presentes y futuras para,
lo que va a garantizar una sociedad informada y comprometida en
la mitigación y adaptación al cambio climático.
Se considera, la necesidad de que los docentes,
realicen acciones que favorezcan la comprensión de sus educandos, que el cambio
climático es un acelerador de los fenómenos ambientales actuales, que puedan
prepararlos para hacer frente a sus consecuencias, brindar los conocimientos,
los valores y las aptitudes que necesitan para actuar como agentes del cambio,
de ese modo puedan dar respuesta de manera coherente a los planteamientos de la
educación ambiental para el desarrollo sostenible en los momentos actuales.
La labor de educación ambiental para el desarrollo
sostenible orientada al tratamiento del cambio climático en la Educación
Primaria, requiere de que se organice y desarrolle mediante un pensamiento
analítico, crítico con enfoque interdisciplinario y transdisciplinario para
propiciar, en los educandos, las familias, y miembros comunitarios, el desarrollo
de una cultura ambiental, que permita dirigir sus acciones a la formación de
una visión sistémica e integral del medio ambiente, con el propósito de
fomentar e incrementar la participación, la conciencia y la cultura ambiental
de toda la sociedad.
El cambio
climático su tratamiento desde la relación escuela-familia- comunidad en la
Educación Primaria
El cambio climático se ha convertido en uno
de los desafíos más grandes de nuestra época. Este fenómeno, que se manifiesta
a través de eventos extremos como sequías, inundaciones y cambios bruscos de
temperatura, afecta a cada rincón del planeta. En este contexto, la educación
juega un papel crucial. En particular, la relación entre la escuela, la familia
y la comunidad en la Educación Primaria es fundamental para abordar el tema del
cambio climático de manera efectiva y con un enfoque integral.
Según el criterio de Rey (2019) el enfrentamiento
al cambio climático es fundamental para lograr la sostenibilidad y requiere
acciones que a la vez favorezcan la salud, la reactivación económica, así como
la adaptación y mitigación ante los efectos del mayor desafío medioambiental
que la humanidad enfrenta en el siglo XXI. A tono con ello Medina-Arboleda y Páramo (2024)
realizaron una revisión de alcance sobre educación ambiental y cambio climático
en América Latina, destacando la necesidad de integrar saberes locales,
actividades prácticas y participación comunitaria para lograr impactos
sostenibles.
Los antecedentes en el uso del término cambio
climático, como señala Planos (2020) en el artículo titulado: Cambio climático
y la gestión de la adaptación, se remontan a 1992, año en el cual se llevó a
cabo la primera evaluación de los impactos del cambio climático en sectores
socioeconómicos, estratégicos y en la zona costera del país. Desde entonces, se
ha ampliado el conocimiento científico y se han implementado acciones concretas
para abordar esta amenaza.
En el III Perfeccionamiento del Sistema Nacional de
Educación como parte de los compromisos en el cumplimiento del Plan del Estado
para el Enfrentamiento del Cambio Climático, se trabaja la Tarea 10, la que
incluye la dimensión del cambio climático. La presente investigación está
vinculada con la Tarea 10 del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio
climático, relacionada con crear una cultura ambiental en los educandos en
relación con el cambio climático y elevar la percepción del riesgo climático en
la población.
No obstante hay brechas entre lo propuesto en
los planes de estudio y las condiciones reales de implementación. Si bien el Plan
de Estudio de la Educación Primaria (Sánchez et al., 2023) reconoce la
importancia de la educación ambiental, investigaciones empíricas revelan
obstáculos significativos, como la limitada
formación metodológica del profesorado (Martínez, 2014) o la falta de
integración efectiva entre los actores sociales (Zamora, 2023).
A pesar de ello, establecen limitaciones en su
desarrollo, el escaso predominio de acciones prácticas con un sustento teórico
que enfaticen en el desarrollo sostenible, así como el insuficiente
aprovechamiento de las potencialidades que ofrecen el proyecto educativo
institucional en el nivel educativo primario para su tratamiento desde la
relación escuela-familia-comunidad.
No se trata solo de perfeccionar el proceso de educación
ambiental, con que se asimilen sus conocimientos y habilidades, sino también
que mediante este entienda el tratamiento al cambio climático como necesidad en
el contexto actual, en esta dirección se impone un acercamiento a partir
de sistematizar desde el currículo y tratarla desde lo instructivo, educativo y
desarrollador, que brinde la posibilidad de actuar desde una perspectiva
sostenible donde la escuela construya su currículo de acuerdo con sus
condiciones socioeducativas, las particularidades locales, los recursos humanos
y materiales al alcance en la comunidad que le permita formar nuevos valores,
aptitudes y comportamientos frente al cambio climático.
El proceso de socialización debe promover
la formación sociocultural de los educandos, considerando
los entornos en los que viven y sus realidades cotidianas, para que puedan
relacionar sus necesidades e intereses personales con los de la sociedad, con
el fin de fomentar su desarrollo como ciudadanos. Por lo tanto, es importante
considerar la relación entre la escuela, la familia y la comunidad como un sistema
integral, reconociendo al mismo tiempo su independencia relativa, ya que cada una cumple funciones específicas como instituciones
encargadas de la socialización en la educación.
Zamora (2023)
sostiene que la educación ambiental enfocada en el desarrollo sostenible para
abordar el cambio climático, en el nivel Primaria, requiere que se involucren los
diversos actores que conforman la institución educativa. Este esfuerzo debe
responder a un nivel adecuado de integración de las influencias pedagógicas y educativas.
Para alcanzar este objetivo, es imprescindible diseñar estrategias que
faciliten la relación escuela-familia-comunidad.
Desde la perspectiva de esta investigación, el tratamiento al cambio
climático desde la relación escuela-familia-comunidad parte de propiciar
situaciones educativas desde organización del propio proyecto educativo
institucional y de grupo, donde el núcleo de sus actividades tengan como
referente el cambio climático, que propicie una dirección activa de todos los
intercambios que se producen en el camino hacia el conocimiento científico
sobre cambio climático, con la participación de toda la comunidad educativa en
la toma de las decisiones con métodos activos, democráticos y desarrolladores.
La
relación entre la escuela-familia-comunidad es clave, en primer lugar, los
padres son modelos a seguir y su comportamiento tiene un impacto directo en la
forma en que los educandos perciben y entienden el cambio climático. Si los
docentes trabajan en proyectos sobre sostenibilidad, reciclaje o ahorro de
energía, es importante que los padres refuercen estos conceptos en casa. Por
ejemplo, si en la escuela se enseña sobre la reducción de plásticos, los padres
pueden apoyar esta iniciativa al implementar prácticas como llevar bolsas
reutilizables al mercado o enseñar a sus hijos a rechazar artículos de un solo
uso. Morote y Olcina
(2023) señalan que, aunque los documentos oficiales
reconocen la importancia del tratamiento al cambio climático desde edades
tempranas, su implementación concreta en el currículo escolar es desigual y
poco articulada con el entorno familiar y comunitario
Por otro lado, la familia tiene un papel indispensable en la educación
ambiental de los educandos. Es
en el hogar donde se establecen las primeras bases de valores y comportamientos
relacionados con el medio ambiente. Las familias pueden fomentar hábitos
sostenibles, como el reciclaje, el ahorro de energía y la reducción del uso de
plásticos. Además, se puede promover la participación en actividades al aire
libre que ayuden a los educandos a conectar con la naturaleza, como visitas a
parques, jardines comunitarios o actividades de limpieza en playas. Al
involucrar a los padres en la educación ambiental, se genera un impacto más
significativo y duradero en la conciencia ecológica de los educandos.
La familia,
por su parte, refuerza o contradice los aprendizajes escolares. Su participación activa
es clave para consolidar hábitos sostenibles en el hogar. El estudio de
Laso-Salvador et al. (2022) muestra que cuando las familias
se involucran en actividades educativas ambientales, se potencia la conciencia
ecológica de los educandos y se generan cambios de comportamiento más
duraderos.
Asimismo, la comunidad debe
ser vista como una extensión de la educación. Las escuelas pueden organizar
actividades conjuntas con organizaciones locales, como talleres de reciclaje,
siembra de árboles o campañas de limpieza en espacios públicos. Estas
actividades no solo ayudan a la concienciación sobre el cambio climático, sino
que también fortalecen los lazos comunitarios. Los educandos, al ver a los
adultos involucrados, pueden sentirse motivados e inspirados para actuar y
tomar decisiones que impacten positivamente en su entorno.
La
comunidad también juega un papel clave en la construcción de conciencia sobre
el cambio climático. Las escuelas y las familias pueden beneficiarse
enormemente de la colaboración con organizaciones locales, empresas y
gobiernos. Por ejemplo, se pueden organizar talleres y charlas en las que
expertos en medio ambiente compartan información sobre las problemáticas
actuales y las soluciones posibles. Involucrar a la comunidad en proyectos de
sostenibilidad, como la creación de huertos comunitarios o la implementación de
programas de compostaje, lleva a que tanto educandos como adultos se sientan
parte de una causa común y se motiven a actuar.
La participación activa de la
comunidad potencia significativamente la eficacia del trabajo educativo en
torno a la educación ambiental. Aunque la escuela y el docente asumen la responsabilidad
de planificar y coordinar múltiples actividades, su impacto real depende del
respaldo en la difusión a través de los medios masivos, así como del compromiso
de los consejos populares, las familias y el contexto social en general. Este
último ejerce una influencia determinante, ya que es en su interacción donde el
individuo reconoce la importancia de su rol y se motiva a integrarse y
contribuir al bienestar colectivo de su comunidad.
A esto se
suma una crítica creciente hacia el carácter tecnocrático de algunas políticas
ambientales, que tienden a priorizar la gestión institucional por encima del
empoderamiento ciudadano y comunitario (Rey Santos, 2019; Planos, 2020). La comunidad
amplía el alcance de la educación ambiental al conectar el aprendizaje con el
contexto local. Cruz Castaño y Páramo (2020) destacan que la comunidad puede
ofrecer espacios de aprendizaje vivencial, como parques, centros culturales o
iniciativas ciudadanas, que permiten a los estudiantes comprender los efectos
del cambio climático en su entorno inmediato y participar en soluciones
colectivas.
A pesar de estas tensiones, emergen propuestas innovadoras que intentan
cerrar la brecha entre teoría y práctica. La estrategia metodológica elaborada
por Santos et al. (2020) desde el Sistema Nacional de Educación busca operacionalizar la participación real de la
comunidad educativa, superando enfoques declarativos o simbólicos.
Esta propuesta reconoce que la transformación educativa frente al cambio
climático requiere estructuras participativas
concretas, donde la escuela actúe como un nodo de articulación entre los
saberes institucionales, familiares y comunitarios.
Asimismo, Zamora (2023) hace referencia a
un enfoque educativo que integra el cambio climático como eje transversal del
currículo, pero lo hace desde la realidad concreta
del contexto escolar. Es decir, no se trata de enseñar sobre el
cambio climático de forma abstracta o globalizada, sino de vincular los
contenidos con las problemáticas ambientales locales que afectan
directamente a la comunidad educativa.
En el contexto de la educación
primaria, esta transformación se inicia con proyectos escolares que
articulan a la familia y la comunidad, como huertos escolares,
campañas de reforestación o diagnósticos participativos del entorno, creación de proyectos intergeneracionales.
Además, la
utilización de la tecnología puede ser una herramienta poderosa en la enseñanza
del cambio climático. Las plataformas digitales pueden facilitar el acceso a
información actual y relevante, así como promover una comunicación continua
entre escuela y familia. Por ejemplo, las escuelas pueden utilizar aplicaciones
para compartir noticias sobre el medio ambiente, avances en la lucha contra el
cambio climático y actividades que están llevando a cabo en el aula.
Cabe
observar que los medios de comunicación también pueden ser aliados útiles en
este esfuerzo educativo. La difusión de información sobre el cambio climático a
través de plataformas digitales, redes sociales y medios impresos ayuda a llegar
a un público más amplio. Las campañas de sensibilización pueden generar un
cambio en la percepción del público y fomentar la acción comunitaria, alentando
a la gente a asumir una postura activa ante el problema. Así, se consolida la
idea de que la lucha contra el cambio climático es una responsabilidad
compartida que involucra a toda la sociedad.
Para fomentar una implicación social efectiva frente al cambio
climático, es imprescindible que la ciudadanía comprenda sus causas,
consecuencias y las posibles alternativas de acción. Esta comprensión debe
basarse en una divulgación científica accesible, clara y culturalmente
contextualizada. Como señala Morote (2023), la percepción social del cambio
climático está directamente relacionada con el nivel de conocimiento que poseen
las personas, lo que condiciona su disposición a actuar. En esta línea,
Porras-Contreras y Pérez-Mesa (2022) destacan la importancia de una formación
científica crítica que permita transformar la realidad ambiental desde una
perspectiva emancipadora y participativa.
La comunicación de los resultados científicos no debe limitarse a los
círculos académicos, sino que debe democratizarse para que todos los sectores
sociales puedan comprenderlos y actuar en consecuencia. Solo así se podrá construir
una ciudadanía climáticamente alfabetizada y comprometida con la
sostenibilidad.
Sin
embargo, la educación sobre el cambio climático no debe limitarse solo a la
concienciación. Es esencial que este tema se integre en el currículo de manera
transversal. Aprender sobre el cambio climático puede incluir materias como
ciencias, matemáticas y las demás asignaturas del currículo. Los educandos
pueden realizar experimentos para entender los efectos del aumento de
temperaturas, llevar a cabo proyectos de matemáticas centrados en la
recolección y análisis de datos sobre el uso del agua o explorar la historia de
las políticas medioambientales.
El cambio
climático no es un problema exclusivo de la escuela o de la familia, sino que
es un desafío que requiere la colaboración de todos. Por lo tanto, es
fundamental que las escuela promueva un ambiente en el que la familia y la
comunidad se sientan como socios en el proceso educativo. Las reuniones y
talleres para padres son una excelente forma de involucrar y educar a las
familias sobre cuestiones medioambientales. Es vital crear espacios de diálogo
donde las familias puedan compartir sus ideas, hacer preguntas y aprender
juntas sobre cómo puede contribuir de manera significativa a la protección del
medio ambiente.
Para un buen trabajo dirigido al tratamiento al cambio climático, la
escuela debe partir de conocer el diagnóstico ambiental de la comunidad donde
se encuentra enclavada,
conocer cómo piensan y se comportan ante
de determinado acontecimiento, qué conocimientos tienen los educandos, las
familias y qué ayuda pueden necesitar, cuáles son las carencias y
potencialidades de la comunidad que deben tenerse en cuenta para un buen
desarrollo de la labor docente.
Para poder comprender la verdadera significación del tratamiento al
cambio climático desde la relación escuela, -familia comunidad en la Educación Primaria, se
debe tener en cuenta los fundamentos de
la política educacional cubana en la formación de las nuevas generaciones cuya
idea central enfatiza en la interacción de las instituciones educandos y los
agentes socializadores de la comunidad en la formación de ciudadanos.
El proceso de socialización ha de propiciar la formación sociocultural de los
educandos, en correspondencia con los contextos en que se desarrolla su vida
práctica y su realidad más inmediata, donde puede relacionar sus necesidades e
intereses individuales y de la sociedad, en función de la formación ciudadana.
Por ello, es necesario enfocar como sistema integral la relación escuela-familia-
comunidad, sin desconocer su independencia relativa, en tanto tienen funciones
específicas como instituciones socializadoras en su labor educativa.
Desde la perspectiva de esta investigación, el tratamiento al cambio
climático desde la relación escuela-familia-comunidad parte de propiciar situaciones educativas desde la organización
del propio proyecto educativo institucional y de grupo, donde el núcleo de sus
actividades tengan como referente el cambio climático, que propicie una
dirección activa de todos los intercambios que se producen en el camino hacia
el conocimiento científico sobre cambio climático, con la participación de toda
la comunidad educativa en la toma de las decisiones con métodos activos,
democráticos y desarrolladores.
En la
revisión realizada se pudo encontrar, varios estudios que destacan experiencias
exitosas de integración entre actores educativos, por ejemplo, Gavilanes-Capelo y Tipán-Barros (2021) proponen una estrategia
transversal que involucra a toda la comunidad educativa en procesos de
mitigación y adaptación, subrayando la necesidad de metodologías participativas
y contextualizadas.
La participación familiar en la construcción de conciencia ambiental
desde la educación primaria constituye un eje articulador clave en las estrategias
educativas para enfrentar el cambio climático. En este sentido, Pérez, Palomino
y Padín (2021) sistematizan una experiencia educativa en la que diseñaron un
folleto de orientación familiar con el fin de fortalecer el vínculo entre el
hogar y la escuela para fomentar prácticas sostenibles en la infancia temprana.
Esta iniciativa, implementada en el marco del programa “Educa a tu Hijo” en el
contexto cubano, evidenció que la inclusión
activa de madres y padres en actividades formativas desde el hogar conlleva una mejora
significativa en la conciencia ecológica infantil.
La propuesta de Pérez et al. demuestra cómo los materiales didácticos
accesibles, culturalmente pertinentes y vinculados a la realidad de las
familias, generan apropiación del conocimiento y favorecen hábitos sostenibles
en niñas y niños. Aunque la experiencia se implementó en contextos de educación
inicial, su enfoque de intervención comunitaria y su validación empírica
resultan extrapolables al nivel primario, donde la continuidad pedagógica y el
fortalecimiento del vínculo escuela-familia-comunidad son claves para
consolidar una educación ambiental crítica
Asimismo, Quintero Ferrer y Solano Peña (2023) implementan herramientas
didácticas en la primera infancia con participación de autoridades ambientales
y comunidad escolar, logrando apropiación territorial y aprendizajes
significativos. Como se puede apreciar estos trabajos coinciden en que la
corresponsabilidad y la comunicación interinstitucional son claves para el
éxito de la educación ambiental orientada al tratamiento al cambio climático
desde la relación escuela-familia-comunidad.
Sin embargo, la cooperación entre escuela,
familia y comunidad no es suficiente si no se fomenta un enfoque continuo y
dinámico. Es fundamental realizar evaluaciones periódicas sobre el impacto de
las diversas iniciativas y ajustar las estrategias según sea necesario. La
educación sobre el cambio climático debe ser un proceso en constante evolución,
incorporando nuevas investigaciones y prácticas que surjan a nivel global. Este
enfoque no solo asegurará que los educandos estén mejor informados sobre los
desafíos medioambientales, sino que también les proporcionará las herramientas
necesarias para ser agentes de cambio en sus propias comunidades.
La autora de esta investigación considera que la relación entre la
escuela, la familia y la comunidad es fundamental para educar
para el cambio climático.
Teniendo en cuenta que, las escuelas pueden enseñar a los educandos sobre el
cambio climático y cómo reducir su impacto en el medio ambiente, las familias
pueden apoyar los esfuerzos de la escuela proporcionando recursos y alentando a
sus hijos a tomar medidas y la comunidad crea oportunidades para que las
personas se involucren en proyectos de sostenibilidad y reducción de emisiones.
Al trabajar juntos, la escuela, la familia y la comunidad
pueden crear un entorno que apoye
la acción climática. Esto puede incluir:
·
Proporcionar educación sobre el
cambio climático a los educandos de todas las edades.
·
Crear oportunidades para que se
involucren en proyectos de sostenibilidad.
·
Apoyar en la toma de medidas para
reducir su impacto en el medio ambiente.
·
Trabajar con las familias para
proporcionar recursos y apoyo a los educandos.
Para un buen trabajo dirigido al tratamiento al cambio climático, la escuela
debe partir de conocer el diagnóstico ambiental de la comunidad donde se
encuentra enclavada, conocer cómo piensan y se comportan ante de determinado
acontecimiento, qué conocimientos tienen los educandos, las familias y qué
ayuda pueden necesitar, cuáles son las carencias y potencialidades de la
comunidad que deben tenerse en cuenta para un buen desarrollo de la labor
docente.
En conjunto, estos tres
actores forman una red educativa que, si está bien articulada, puede generar
una cultura ambiental sólida desde la infancia. La clave está
en la corresponsabilidad, la comunicación constante y la construcción de
proyectos comunes que integren saberes escolares, familiares y comunitarios, donde
la escuela convoque, la familia acompañe y la comunidad legitime los
aprendizajes. Esta tríada, cuando se articula con intencionalidad educativa, se
convierte en un potente motor de transformación ecosocial.
Conclusiones
La relación
escuela-familia-comunidad es un pilar aún en construcción
dentro de la educación para el
cambio climático. Si bien existen experiencias valiosas, se requiere mayor sistematización, evaluación de impacto y políticas que garanticen su sostenibilidad.
La transformación educativa
frente al cambio climático no será posible sin una alianza sólida entre estos tres actores.
Para construir una conciencia sólida frente al
cambio climático en la educación primaria, es vital que la escuela, la familia
y la comunidad trabajen de manera coordinada. Al fusionar la educación con
experiencias prácticas en el hogar y la comunidad, se puede cultivar una
generación de educandos comprometidos y conscientes de la importancia de cuidar
nuestro planeta. Este esfuerzo común no solo beneficiará a los educandos, sino
que también sentará las bases para un futuro más sostenible y responsable. Con
el compromiso conjunto de todos los actores, podemos enfrentar el desafío del
cambio climático con esperanza y determinación.
La relación entre la escuela, la familia y la
comunidad es esencial para tratar el cambio climático en la Educación Primaria.
A través de un enfoque colaborativo, se puede fomentar una efectividad mayor en
la educación sobre el medio ambiente, promoviendo acciones concretas y
reforzando el sentido de responsabilidad compartida. Al empoderar a los
educandos con conocimiento y habilidades prácticas, se les prepara para
convertirse en ciudadanos conscientes y activos que pueden influir en el futuro
del planeta. La educación sobre el cambio climático no solo es necesaria, sino
que también puede ser una fuente de innovación y creatividad que, en última
instancia, permitirá construir un futuro más sostenible.
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Contribución de
los autores
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Roles de la contribución |
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Autor 2 |
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Metodología: |
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Redacción – revisión y edición: |
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Declaración de originalidad y conflictos de interés
El/los autor/es declara/n que el artículo: Construyendo conciencia: papel de la escuela-familia-comunidad frente
al cambio climático en la educación primaria
Que
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A
continuación, presento los nombres y firmas de los autores, que certifican la
aprobación y conformidad con el artículo enviado.
Autores
Olga Lidia Zamora Hernández
Yortis Yunia Ruiz Jerez
Silverio Licea Mantecón
Revista Científica Pedagógica “Horizonte Pedagógico”. Vol. 14. Artículo de revisión bibliográfica |